Un delicado coctel entre ciencia y ficción y comedia negra
Reseñas de películas | Darinel Pineda Alhucema
Yorgos Lanthimos siempre se ha caracterizado por su particular forma de explorar con sus historias, desde “Canino” hasta “La Favorita” ha usado técnicas que se salen de lo común, del uso del lente ojo de pez y su típico humor negro, son solo algunos ejemplos.
Pues bien, ahora nos entrega una cinta donde esto lo ha llevado más allá, en su última película “Pobres Criaturas”, el director griego nos presenta un desborde de creatividad y exploración en casi cada uno de los campos que caracteriza una película: Fotografía, vestuario, interpretación, escenografía, etc.
La historia de Bella Baxter
Una clara crítica social a través del hedonismo
Somos testigos también de la crítica a la hipocresía social que presenta la película a través del hedonismo, Bella es un ser inocente, ella no piensa si lo que está haciendo está bien o está mal, si le gusta algo, simplemente lo hace.
Y esto se ve reflejado en la excesiva muestra de planos sexuales que llega a perturbar a un espectador que no está acostumbrado, porque sí, en esta película hay mucho sexo, y sexo carnal sin conexión emocional, de esa que tanto detesta la sociedad. Y Bella lo disfruta, tanto que nos hace pensar ¿Esto está bien? ¿Tener tanto sexo solo por placer, está bien? Pues para Bella sí, o simplemente no le importa.
Planteamiento de Yorgos frente a los prejuicios
Y así es como Yorgos nos propone ese interrogante, para hacernos dudar de nuestros propios prejuicios. De hecho, es curioso como la única persona con la que Bella no tiene sexo (O al menos durante la película) es aquella con la que sí genera una relación de amor verdadera, el doctor Max Maccandless.
Por otro lado, su arte, es un punto a rescatar de este filme, ver cada decorado se siente como ver aquellas postales en donde la sociedad victoriana representaba como se veían en el futuro, estas imágenes muestran vehículos voladores, maquinas con diseños extraños, y todo tipo de extravagancia futurista, pero nunca dejando a un lado su estilo victoriano, y es que Yorgos Lanthimos lo explota hasta más no poder, con diseños completamente surreales y fantásticos, sacados de un sueño irreal.
La película, termina siendo una oda a la crítica social, un abrir de ojos para aquellos que pretenden vivir en una burbuja donde todo está bien y de nada se puede hablar, pues, aunque al principio observamos como Bella se entrega a los placeres hedonistas del ser humano, poco a poco se va dando cuenta del desequilibrio económico y social en el que vive, tanto así, que, desde su inocencia, decide regalar todo el dinero que lleva consigo, trayéndole graves consecuencias.
Todo el filme se disfruta, y es correcto decir, que está ha sido una de las mejores películas que el director griego ha desarrollado, una cita que cautiva al mismo tiempo que cuestiona, que critica al mismo tiempo que divierte, una receta perfecta para aquellos que no aceptan ver la verdad.
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Efectivamente Emma Stone se llevo el Oscar a mejor actriz; una ejecución magistral.